Te caes sólo cuando tienes miedo a caerte. Pierdes cuando temes perder. Te duele porque tienes miedo al dolor. La gradual aceptación de los hechos por venir logra que uno mismo baje las defensas, como en el caso del dolor.
Ejemplo: aceptas que una aguja sea clavada en tu brazo, pero la aceptación es segura, sin miedo, una aceptación confiada. El miedo a experimentar dolor es lo que hace que te duela. Cuando desaparece el miedo a ser lastimado, cuando estás convencido de que no te dolerá, entonces puedes actuar con la certeza de que no te dolerá, ¿y qué sucede? Pues que no te duele. El miedo al sufrimiento es lo que te hace sufrir, no lo que se supone te hace sufrir, como un abandono.
Poseemos guiones, o películas mentales que van dirigiendo nuestro obrar. Mi propuesta es sencilla: observa los guiones y modifícalos. ¿Alguna vez has experimentado tanto miedo que sientes como tu cuerpo se queda paralizado? Así actúa también el miedo en los negocios, los estudios, el amor, etc.
El miedo a no ser amado es lo que te impide ser amado. Esto es una auto-hipnosis: la autohipnosis del miedo. Actualmente existen técnicas que te ayudan a desprogramar el miedo de tu cabeza. Pero creo lo más importante es que tú mismo descubras, “te des cuenta” de la naturaleza: 1.- del miedo 2.- de tus miedos 3.- de los miedos de los demás.
¿Te preguntas por qué fracasas? La respuesta es sencilla: Porque temes fracasar. Tienes que liberar los patrones negativos/destructivos de tu pasado. ¿Por qué temes fracasar? Porque la sociedad condena a los fracasados. Pero el fracaso ni siquiera existe, es una invención, es un concepto inventado por el hombre para humillar, y lastimar. ¿Quieres dañar a alguien de por vida? Enséñale el concepto del fracaso. Enfocarse o hablar demasiado de éxito es lo mismo, ¿eh? Así como luz/oscuridad es lo mismo, o bien/mal, o negro/blanco, amor/odio, etc. Todas las dualidades son una tontería, ya que no hay tal, no hay dos, sólo uno y la ausencia de ese uno.
EJEMPLO: el odio no existe como unidad autónoma, el odio sólo es ausencia de amor. “Te odio sólo cuando no siento nada de amor por ti. Si sintiera aunque fuera un poco de amor, entonces no te podría odiar”.
Otro ejemplo: la oscuridad total sólo es posible con y por la ausencia de la luz. Entre menos luz, mayor oscuridad. Si quieres oscurecer una habitación sólo debes bloquear los ingresos de la luz (como en los cuartos oscuros). Es decir, ¿contra qué luchas? Contra la luz, no contra la oscuridad. Trabajas por impedir el acceso de la luz, no vas y consigues un foco de oscuridad que elimine la luz. Así que ¿por qué luchas contra la Depresión, por ejemplo? La depresión es la oscuridad, ¿no quieres oscuridad? Pues abre las ventanas, deja que entre la luz en tu vida, ¿cuál es esa luz? La contraria de la depresión: alegría, entusiasmo por la vida. Date cuenta, si no lo haces no habrá medicina ni terapia que te salve, sólo el “darte cuenta que luchas contra algo que no existe” te liberará. Y aun detrás de todo esto, sólo hay una cosa: Miedo.
El miedo ha estado en nuestra vida desde que existe el ser humano, desde el hombre de las cavernas, es posible que sea la primera emoción del hombre aunque entendemos que el miedo sólo es ausencia de amor (o de seguridad en su caso). El miedo a las bestias, el miedo a la noche (por eso los niños siguen temiendo a la oscuridad), ese miedo se ha ido quedando en el inconsciente colectivo del ser humano, en forma de inconsciente personal, familiar, social, cultural, histórico, colectivo y universal o cósmico.
El miedo está en ti desde que naces, (incluso antes), en el momento del parto recibes un tremendo shock con la realidad, abandonas (te hacen abandonar) la zona de seguridad que representa en vientre de tu madre, sales de ese confort para enfrentarte a luces intensas, ruidos, gente extraña, y todo esa lluvia de símbolos desconocidos que es el mundo. Así pues, aunque tú te consideres una persona valiente, créeme, que en tu depósito psíquico existe una fuerte tendencia al miedo, y en eso tú no intervienes, ya naces con ello, lo heredas, y no sólo de tus padres, sino de una sociedad, una cultura, e incluso del inconsciente colectivo de la humanidad.
Entonces ¿qué hacer para erradicar el miedo de nuestras vidas? La respuesta es ambigua por su sencillez y complejidad: transformar tu conciencia. Y eso se realiza trabajando en tres niveles: Emocional, Intelectual y Espiritual (Conciencia).
Primero: hay que sanar las heridas psíquicas personales: derrotas, fracasos, y todo eso que algo no nos salió como lo planeábamos.
Segundo: hay que reescribir los guiones conscientes y subconscientes de nuestra mente; esto es “modificar a nuestra conveniencia el sistema personal de creencias” (reprogramación y reestructuración de ideas negativas).
Tercero: Trascender la mente, ir más allá de nuestra personalidad, pensamientos y sentimientos. Esto se consigue mediante la práctica de herramientas de serenidad y contemplación, propias de la meditación. (camino de trascendencia espiritual).
Existe un ejemplo que suelo utilizar a menudo para ilustrar esta situación de la auto-hipnosis del miedo. Imagina que de pronto te das cuenta que has caído en un pozo de arenas movedizas. Te asustas, pero de inmediato recuerdas que si te mueves mucho corres el riesgo de hundirte más. Entonces te preguntas ¿qué hacer? Gritar, pedir ayuda. Pero la ayuda no llega. Tienes ya mucho tiempo ahí, y sabes que eventualmente te hundirás. Así entonces ¿qué puedes hacer? Moverte te hunde, quedarte quieto no te sacará del hoyo.
Cuando uno ha caído en una situación semejante sólo hay una cosa por hacer, y esa es: transformar tu conciencia. ¿Qué sería esto? Encontrar una solución alternativa a las anteriores, digamos una tercera opción. Una persona que vive bajo los condicionamientos sociales tradicionales encontrará ridícula esta opción, pero definitivamente es una opción viable.
Esta opción es la visión trascendental del conflicto, y sólo un gran ser consciente puede acceder a ella y liberarse de manera definitiva del conflicto.
La salida del conflicto es: “darse cuenta de que el hoyo de arenas movedizas no existe”. Darse cuenta de que sólo se trata de una ilusión. Si en un principio te parece ridícula esta opción o no la comprendes es debido a que la conciencia está más allá del reino de la mente racional o intelectual, es decir, no se logra acceder a ella mediante el pensamiento. Sólo practicando el silencio interior y la serenidad puede uno ascender a esta nueva dimensión de conciencia.
Pero aunque de entrada parezca esto muy complicado, en realidad no lo es. La serenidad es la salida, es el puente, es lo que vence ese estado de trance auto-hipnótico en el que nos enganchamos. Por medio de un guía puede uno adentrarse en un mundo lleno de posibilidades. Y bueno, como ya lo describí líneas antes, el trabajo se realiza en tres etapas. Esta etapa, la de la transformación de la conciencia es el nivel último, y para llegar ahí, hay que pasar primero por las otras dos anteriores.
En la actualidad, la sociedad es tremendamente competitiva, así que si uno desea alcanzar grandes alturas lo debe hacer trabajando con el 100% de su potencial. Científicamente, está comprobado que el ser humano sólo utiliza el 10% del potencial de su cerebro. Pero si uno aprende a utilizar los recursos de la propia mente, puede alcanzar alturas insospechables. Uno llega a descubrir que una sola decisión puede cambiar tu vida.
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